sábado, 23 de febrero de 2013

mi escalera


Una noche fría frente a una escalera tibia me tome de la mano de un extraño que le llame la atención por mantenerme arriba de un peldaño, que con gusto inicio una subida junto a mi mano huesuda fría por un invierno cálido en una noche de enero y empezamos una aventura que sin duda tomaba de mi mano cual niño perdido encontrando algo que le estaba interesando.   Subíamos juntos paso a paso mientras nos curábamos en un espacio pequeño que cada vez se iba agrandando y por ahí del año esperando a que mi extraño siguiera los mismos pasos que iba dando, sentí un jaloncito de pereza por no continuar andando hacia una cima con los escalones mas altos, de repente me di cuenta que mi brazo se cansaba por el estirón de mi músculo que me avisa preocupado que ya no subías y algo te estaba anclando y por más que intento el hacerte conciencia de la misma subida no querías avanzar, mis fuerzas por jalarle son cada vez mas difíciles y te grito no puedo soltarte de la mano.

Ha llegado el momento que tanto me daba miedo y es que mis fuerzas no pueden más y comienzo a llorar de dolor cuando me di cuenta que te querías soltar de esa mano que dedo por dedo te ibas desprendiendo por una moneda que te encontraste mientras ibas ascendiendo, en cada momento que te soltabas desde el meñique la tortura que desprendes no la puedo soportar y por miedo a perderte empecé a bajar por temerle a las alturas sin mirar hacia atrás sueltas mi mano para regresar a tu lugar inicial.

Mi brazo dislocado no puede consigo ni con el desgarre que se hizo por querer soportar el peso de un costal que vienes cargando desde 40 años atrás.  Me quedo llorando sentada en mi escalón extrañando tu mano y te veo bajando por el miedo que te da esa escalera ya no te valla aguantar con el equipaje que llevas y con el equipaje con el que te vas a regresar.

Con los brazos en las rodillas me siento a esperar en medio de la escalera un milagro que te haga regresar a mi mano huesuda que tanto te gustaba apretar,  mi conciencia me grita que tengo que escoger que por mas que yo quiera no puedo descender, el quedarme esperando a que tal vez quisieras volver o seguir subiendo con dolores del ayer recordando cuando me cantabas canciones desafinandome alegremente un sábado por la tarde soplándole a las flores mientras el amor por los arboles me obligara abrazar.

Te dejo ir mi querido acompañante que algún día tomaras tu camino donde tal vez te encuentre o hasta me rebases y yo en mi creciente esperando un milagro que de seguro aparecerá pero con otro nombre, otro cuerpo y otra actividad, pero a este me lo encuentro más en mi subida con varios pisos de ventaja con su mano extendida esperando a su guerrera con el mismo greñero que cuando empezó trepar por esa escalera de conciencia de amor y felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario